Chain

Cuando un amigo se va / queda un espacio vacío,

que no lo puede llenar / la llegada de otro amigo

Alberto Cortez

Javier Carlos Chain un ser humano siempre al servicio de los demás. Su cigarro en la mano o en sus labios era casi inseparable. Invariablemente atento, irradiaba entusiasmo y una gran capacidad para atender a los demás. Permanentemente se mostraba con una sonrisa afectuosa. Vivió con intensidad. Era un hombre sin telarañas, transparente y sencillo. Un hombre de buena fe, sin rencores. No le conocí enemigos. Llevó una vida limpia, clara y honesta. Finalmente a los 72 años de tránsito por esta vida fue derrotado por el propio cigarro. Fumó más de 50 años.

Cuando uno trabaja unos 30 años, tiene derecho a recibir una jubilación, por tanto a recibir una prestación monetaria por el resto de su vida, en el caso de los fumadores solo obtienen una salud deteriorada, sin que las compañías tabacaleras los indemnicen por la cantidad consumida, para atenderse de los problemas de salud consecuentes de haber fumado durante tanto tiempo.

Fue una persona que no compartía su historia lo suficiente. Hijo de Arturo Carlos Valdez, de Zacatecas y de Celia Chain Córdoba originaria de Torreón, Coahuila. Javier nació cuando Torreón no cumplía 4 décadas. Trabajamos juntos, de 2008 al 2011, al final de esa etapa le pronosticaron cáncer en el pulmón. Lo radiaron y le administraron quimioterapias. A pesar de sus sesiones de quimio, él exhibía diariamente una fortaleza física y una disciplina que había forjado a lo largo de su vida que escondían su enfermedad. Aunque a veces el agotamiento de su enfermedad y sus tratamientos lo minaban, su determinación por servir afloraba, y hasta parecía que no estaba aquejado. Era un trabajador incansable, esto no cambió cuando se puso enfermo.

Lo conocí en la actividad política. Aunque él, principalmente, se dedicó al comercio y al ramo maquilador. Fue un excelente vendedor de prendas de vestir y de implementos agrícolas. Fue comerciante hasta un mes antes de su fallecimiento.

También era una persona con gran capital social, de igual manera se relacionaba con personas del pueblo que con empresarios. Con los más desposeídos que con las clases medias. Siempre vestía impecable. Poseía una prestancia que no solo le irradiaba de lo externo, sino que venía de lo más profundo de su ser. No liaba con la gente, buscaba la conciliación y le apasionaba ayudar en la solución del problema que la gente le planteaba. Ya fuera económico, social, jurídico o de otra naturaleza. Se entregaba sin esperar recompensa.

Buscaba siempre la reconciliación y las palabras adecuadas a la situación, por muy grave o problemática que fuera. A flor de labios tenía la anécdota o el relato que permitiera mediar las diferentes situaciones. Por relaciones personales y sociales, le tocó atender al Indio Fernández cuando el actor estuvo en la cárcel después de balear a un campesino en el ejido V. Carranza, (antes Hacienda de Hornos en el municipio de Viesca, Coahuila.) Visitó al Indio con mucha regularidad mientras estuvo encarcelado. Lo defendió porque creyó que había sido una situación de defensa propia, pues el difunto amenazó con sacar una pistola que no traía.

Samuel Arroyo me recordó sus inolvidables frases mientras se negociaba con él. “Nombre! Eso está muy caro”. “Ay inge! Me pone en aprietos”, “Déjeme ver qué puedo hacer”, “Qué más quisiera, pero es todo lo que hay”. Renata Chapa me compartió rememorando los recuerdos chihuahuenses que invocaban ella y Chain: “Cuando se nos va un amigo de cepa, nuestra alma y su blanco amor lo toman de su mano y emprenden un mismo vuelo”.

Chain emprendió el vuelo que a todos nos tocará en su momento, sin embargo no todos tenderemos el vuelo de él. En su funeral muchos amigos le fuimos a llevar nuestra alma, porque solo ella se puede ahora conectar con la nube de humo que mantendrá a Javier en el cielo de su otra vida, que seguramente no será fumando, porque en ésta se consumió todos los cigarros que le tocaban y otro tanto de los demás, incluso lo que a mí me tocaba fumar, pues nunca he fumado.

A pesar, de que la enfermedad provocada, por tanto fumar le fue minando su salud, nunca perdió su aspecto distinguido y la sonrisa por delante, constantemente transmitiendo energía positiva. Hasta siempre, querido amigo.

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