De los libros del 2017

De los libros que leí en 2017 les comparto el resumen de tres.

En primer término, el libro Contra el tiempo. Filosofía práctica del instante de Luciano Concheiro. El autor sostiene que el rasgo de la época actual es la aceleración. Dice que ese rasgo describe la época actual en su totalidad. El ensayo que nos ofrece Concheiro explora la aceleración desde distintas perspectivas. En la primera parte, se examina la manera en que el capitalismo la ha utilizado como mecanismo para cumplir su necesidad básica (la obediencia sin fin de ganancias). En la segunda, se examina su impacto en la política: cómo ha estructurado una política oportunista y cortoplacista, que piensa ante todo en la coyuntura y depende de los medios de comunicación. En la tercera, se investiga el tipo de subjetividad que ha constituido: sujetos dispersos, estresados ansiosos, deprimidos, necesitados de sustancias estimulantes, que siempre están de prisa. Cada fragmento tiene apenas unas cuantas páginas: lo suficiente para ser leído entre la llegada de un correo electrónico o mensaje y el siguiente.

 

Hoy, primero se produce y luego se crean los consumidores. En estos días, por ejemplo, muchos usuarios del iPhone X en buenas condiciones, seguramente, lo cambiarán por un iPhone 11. Esto es, primero fabrican el aparto y luego surgen los compradores. Ahora se produce para que los objetos caduquen, no para que duren. La reparación pertenece al pasado. El capitalismo contemporáneo se ha convertido en un turbocapitalismo, necesitado como nunca antes de la velocidad para mantener los ritmos de crecimiento y las exigencias de ganancia. Ni la economía, ni la política, ni las subjetividades, ni las relaciones sociales han logrado resistirse al envite de la velocidad.

El segundo libro Gusto, de Giorgio Agamben, nos habla del sentido del gusto. Contrariamente al estatus privilegiado que se le asigna a la vista y al oído, en la cultura occidental el gusto es clasificado como el sentido más bajo, cuyos placeres el hombre comparte con los otros animales. Agamben se pregunta: ¿es posible una reconciliación de la fractura que pretende que la ciencia conoce la verdad pero no goza de ella y que el gusto goza de la belleza sin poder dar razón de ella? La paradoja de la definición platónica de la belleza es la visibilidad de los invisibles, la aparición sensible de la idea. “Salvar las apariencias”: “He aquí el problema que Platón proponía a los investigadores en este campo (la astronomía): encontrar cuales son los movimientos circulares y perfectamente regulares que es necesario suponer para salvar las apariencias presentadas por los astros errantes”.

Debido a esto, el nexo verdad-belleza constituye el centro de la teoría platónica de las ideas. La belleza no puede ser conocida, la verdad no puede ser vista: pero precisamente este entrelazamiento de una doble imposibilidad define la idea y la auténtica salvación de las apariencias que esta actúa en el “otro saber” de Eros. De este modo, hay en el mundo antiguo dos especies de saber: un saber que se sabe, es decir, las ciencias en el sentido moderno, que se fundan en la adecuación del significante y del significado, y el saber que no se sabe, las ciencias adivinatorias, que se fundan, por el contrario, en el significante excedente.

El tercer libro Diario de prisión de Ho Chi Minh – fue originalmente escrito en chino clásico– es una hermosa casa de palabras, es palpar las raíces profundas de uno de esos raros hombres extraordinarios, piedras sillares de la humanidad por haber enseñado con su vivir que no hay imposibles para la condición humana. Ni siquiera el ámbito terrible y descorazonador de la prisión, logró mellar su fe. El diario de prisión es realmente un diario –escrito entre septiembre de 1942 y octubre de 1943, en las prisiones del Kuomintang–, un cuaderno en el que el poeta anota, “en las noches en que el sueño se escapa”, aquello que durante el día le impresionó de alguna manera. En ocasiones, el poema es solamente la reproducción de un paisaje que hizo vibrar su sensibilidad, y nos parece entonces estar contemplando una de esas delicadas pinturas sobre seda, chinas y vietnamitas —como señaló acertadamente uno de sus traductores al francés, Boudarel—, en las que con unos pocos trazos del pincel, se apresa lo que es tantas veces inapresable. Aquí tres libros para el reto de lectura del 2018.

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